miércoles, 15 de abril de 2015

EJEMPLO DE LITERATURA SUBALTERNA

EL SUSTO DEL PADRE 
Siempre tuve el presentimiento que algo andaba mal.No pasaba más de una semana para que su visita al médico se repitiera.
A pesar de preguntarle, o mejor dicho cuestionarle sobre su salud, nunca abrió la boca sobre que le pasaba. Hasta llegamos a llevarlo a la clínica y a “presionar” al médico personal para que suelte palabra pero fue imposible.Con la enfermedad más avanzada, su cuerpo fue dando claros signos de que algo realmente no estaba bien.
Una visita de rutina, lo obligo a quedarse internado. A partir de ese momento, todo fue siguiendo su curso natural.
Lo extraño fue cuando durante varios días no se despertó. A pesar de tener signos vitales normales, no podían despertarlo.
Sólito, y de la misma manera que se durmió, se despertó y fue cuando buscaron más a fondo su problema. La única solución era una operación de urgencia, con sus riesgos más que evidentes.
Con la aprobación de su familia, ese mismo día y con la maestría de su cirujano, procedieron a realizar dicha operación.
Larga espera durante la noche. Unas 7 horas en la sala, con amigos que iban y venían a hacernos la “gamba”.
Pero de pronto, y provocando un gran susto entre los presentes, un cura apareció por el pasillo. Las caras blancas de todos, especialmente de sus hijas, fue lo que se podía observar en ese momento.
Su ingreso a la sala anexa a donde lo estaban operando, provoco más enigma y preocupación. Solo 5 minutos después, salió y nos buscó con la mirada. La tensión estaba a punto de estallar. Nos levantamos y el padre, con suma ternura, nos dice “me mando la tía”.
La tía, que decir de ella? Para nosotros la tía abuela. Esas personas que no se les ve un gramo de maldad. Solo quería ver que su sobrino viaje sin problemas.
El cura, simplemente continuó con su explicación. “Quería preguntarles si podría darle la extremaunción, solo para que ella este tranquila.”
La sangre volvió al cuerpo, las caras volvieron a tener una tonalidad algo más normal y medio entre risas y suspiros, aceptamos el pedido.
Ya más tranquilos, la única pregunta que nos hacemos era cual sería su reacción, al abrir sus ojos y un cura estaría hablándole desde el pie de su cama.


La risa se desparramó por la sala. Cada uno tenía su pensamiento, pero por lo visto, el cura se hubiera ido bastante rápido de ese lugar y con algún recuerdo encima.

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